Pocos saben que el mijo fue uno de los primeros cereales del hombre. En China e India ha sido el alimento básico durante más de 3.000 años. Pueblos guerreros se alimentaban con mijo para mantenerse en forma física y mental. Los hunzas del Himalaya, famosos por su longevidad, lo tienen como cereal básico.
Es gustoso, dulce, liviano y alcalinizante. Es un
alimento energético, vitalizante, digestivo y diurético; útil en astenias,
anemias y embarazos (tiene la capacidad de impedir abortos espontáneos y de
suplir carencias nutricionales de dicho estadio).
Su contenido de lecitina y de colina lo hacen indicado
para organismos debilitados y para quien realiza trabajo intelectual. La
medicina naturista lo considera un alimento anti-estrés, mientras que los
macrobióticos incentivan su consumo dado que es un cereal alcalinizante, tiene
mucho hierro y silicio, y es bueno para el bazo, el estómago y el páncreas.
¿Aún necesitás razones para probar el mijo? Aquí van
otras:
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Notable acción sobre la piel, uñas y esmalte
dental
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Ayuda en la función cardíaca por el magnesio que
contiene.
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Muy recomendable para los que ejercen una
exhaustiva labor intelectual o física, o están en periodo de desarrollo.
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Bueno durante el
embarazo por su aporte de hierro.
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Coadyuvante en las anemias y calambres
musculares.
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Regenera y fortalece el sistema nervioso.
Uno de los secretos para que sea delicioso consiste en su preparación base. Normalmente, cocino una taza grande de mijo en dos tazas de agua. Pero antes de esto, pongo a hervir agua y lo dejo en remojo durante unos diez minutos (fuera del fuego). Lo enjuago con agua fría mientras lo froto entre ambas manos, al menos 6 veces, hasta que el agua ya no sale blanca. Luego le doy un ligero tostado, y ahí sí le agrego las dos tazas de agua, lo llevo a fuego fuerte, y luego de que hierva, lo bajo al mínimo semi-tapado hasta que consuma toda el agua.